Antes de cerrar mis ojos, observo con obsesión tú iluminado rostro y perfecta silueta, aspiro profundo para contener tu seductor aroma y pretendo, sin sentido, congelar mis pensamientos para atrapar en el tiempo nuestro ocasional encuentro, que caricia a caricia irremediablemente me encadena a ti.
Al abrir los ojos, escapaste de mi, desprecio el amanecer que te aleja y me obliga en moribundos segundos a vivir en tu almohada, morir en el recuerdo y añorar la apasionada entrega que al caer la noche oscura volverá. Como la calma luego de la tormenta, como la paz después de la muerte, como la eternidad después de ti.
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© 2009 Derechos Reservados - Luis Palacios
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